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Proceso velado de privatización y tecnificación en la UNAM.




El movimiento estudiantil ha tenido como una de sus reivindicaciones históricas la transformación de la UNAM con el fin de democratizar sus órganos de gobierno y definir de manera clara su compromiso con la sociedad.

Para ello los estudiantes organizados de nuestra universidad han propuesto en distintos momentos la creación de un Congreso Universitario, en donde participen de manera paritaria los dos sectores fundamentales que conforman a la comunidad universitaria: estudiantes y académicos, sin dejar de contar a los trabajadores . El último de estos intentos fue el que hizo el movimiento estudiantil en 1999.

Las autoridades universitarias se han negado y opuesto sistemáticamente a la satisfacción de esta demanda, pero en los últimos nueve años han replanteado y manipulado la propuesta estudiantil de manera hábil y profundamente deshonesta.

En el 2001 se aprueba en el Consejo Universitario (máximo órgano de decisión de nuestra universidad) la creación de la Comisión Especial para el Congreso Universitario (CECU). Dicha comisión forma parte del Consejo Universitario (órgano que carece de autoridad moral para conducir procesos democráticos).

La creación de la CECU representa el reconocimiento de las autoridades acerca de la necesidad de transformar nuestra universidad pero, también su falta de disposición para hacerlo por medios verdaderamente democráticos. La composición de la CECU es desigual, en ella se encuentran sobre representados académicos y autoridades al tiempo que los estudiantes, que constituyen el sector más numeroso de la población universitaria, se encuentran en minoría. Por otro lado, la creación de la CECU significa el desconocimiento de la demanda estudiantil de participar en el Congreso Universitario desde el momento de su organización, ya que del modo en que se organiza la discusión dependen, en buena medida, los resultados que emanen de ella.

La CECU ha carecido de legitimidad entre la mayoría de la comunidad universitaria desde su origen y ante ese hecho las autoridades pretenden ahora perpetuarla, intentando cambiar su nombre por el de Comisión Especial para la Reforma Universitaria.